Sunday, April 24, 2011

La soledad se afirma como un signo de nuestra época. Resultan fáciles los encuentros casuales que no se mantienen en el tiempo, pero cuesta lograr espacios en los que iniciar una relación paso a paso. Entrevista a Claudio Gandelman, especialista en el uso social de las nuevas tecnologías.

Qué piensa un economista formado en cifras y estadísticas cuando le ofrecen dirigir un sitio que se especializa en el amor y sus circunstancias? Huir. O se entusiasma con el desafío de conjugar el mundo afectivo con los números. Claudio Gandelman -41 años, brasileño, casado dos veces, dos hijos- decidió no escabullirse y asumir como Presidente para América Latina de Match.com, una empresa internacional que lidera la búsqueda de parejas por Internet. Luego de investigar el uso de las nuevas tecnologías, asegura que el mundo digital ha revalorizado la antigua cultura de las cartas. “La mejor forma de interesarle al otro es contarse -uno, sus sueños, sus derroteros-. Para eso, nada mejor que el uso intimista de la palabra escrita”. Este carioca que le sigue fiel a Río -allí tiene su oficina desde la que coordina las actividades en los países vecinos, incluida la Argentina- cree que la búsqueda de parejas no constituye una excepción. “Cada vez hay más sociabilidad en el espacio online: ¿alguien recuerda, acaso, las reuniones que se hacían para ver fotos de viaje? Parecen de otra época, ahora el intercambio se hace en forma virtual”.

Para una persona que quiere buscar pareja, ¿qué le ofrece internet que supere otros espacios de sociabilidad como una discoteca o un gimnasio? Una nueva forma de conocerse no desplaza las otras; las complementa. Pero Internet sí ofrece algunas posibilidades singulares: antes de encontrarse, las personas intercambian varios mensajes, se cuentan sus expectativas, comparten la etapa vital que están transitando, tantean el nivel de interés y de compromiso del otro, profundizan en sus gustos y su forma de pensar. Si esto genera un clima de entusiasmo, recién en ese momento acuerdan el primer encuentro. Llegan con la ventaja de un conocimiento previo que los ha acercado, tienen una afinidad más trabajada.

Parece una mirada con un toque victoriano: mejor dejar el cuerpo para después.

No, no se trata de algo valorativo sino de una descripción de lo que sucede. Si uno va a una discoteca, es posible que encuentre a alguien que le guste a nivel físico o que lo entusiasme por el auto o por el reloj que utiliza. Habrá quizás cruce de miradas, algunas palabras, besos y, a lo mejor, sexo. Eso no significa que se conozcan. Si un hombre o una mujer buscan ese tipo de relación, perfecto. Pero si quieren ir más allá, es usual que esos momentos tengan un carácter furtivo porque fueron entusiasmo de una noche, no hubo un intercambio más profundo que les permitiera saber del otro. En ese sentido, para buscar pareja, Internet es más exitosa que una disco. Esto, claro, en reglas generales ya que siempre puede haber un amor a primera vista; sin embargo, la gente nos cuenta que a determinada edad ya existe cierto cansancio por compartir una sola noche y no poder ir, luego, más allá.

¿Pero no hay también mucho “disfraz” en los perfiles que se suben a los sitios de búsqueda de pareja? Se da un hecho interesante. Físicamente, las personas se suelen describir casi como son aunque se tientan con pequeñas mentiras, mínimas, que cuando nosotros las empezamos a detectar nos preguntamos: “¿Para qué cambiar esto, si no hace casi diferencia?” Las mujeres se sacan un par de años, o dos o tres kilos de peso y los hombres suman algún centímetro a su altura. Quizás haya ahí algo aspiracional o un cierto coqueteo. Pero de una manera u otra, son detalles pequeños. ¿Por qué? Porque en general la gente sube su foto y esta no puede contradecirse con la descripción ni tampoco provocar un efecto negativo al momento del encuentro. En Internet lo físico es importante ya que los perfiles con foto son quince veces más vistos que aquellos que no la incorporan. Sin embargo, el proceso de conquista tiene un gran componente espiritual: la escritura nos dice mucho de una persona y los mensajes vienen y van por un tiempo antes de sentarse uno frente al otro.

Le confieso que muchos perfiles a mí me parecen calcados, como si hubiera una fórmula artificiosa en la que casi todos se escudan.

En parte es cierto, pero usted no se olvide que esos contenidos similares abren también una oportunidad. Así, la persona que en verdad quiere conectarse escribe algo propio, diferente y se muestra como un individuo único. A lo mejor, a una mujer o a un hombre un poco tímidos se les complica brillar en una reunión social. La escritura por Internet les posibilita hacerlo a través de otros caminos. Para ellos, nada mejor que el uso intimista de la palabra escrita. La mejor forma de interesarle al otro es contarse -uno, sus sueños, sus derroteros-. Si lo pensamos en el largo plazo, la parte física es importante pero no lo más importante en una pareja. Lo definitivo está en cómo nos vamos a comprometer, en la calidad de nuestro mundo privado, en el compañerismo en los momentos difíciles. Ahí reside la perdurabilidad.

Más allá de las posibilidades que abre Internet al conectar a gente que nunca se hubiera conocido, ¿lo que subyace no es una soledad que se expande como epidemia? Hay un poema estadounidense que habla sobre Nueva York, probablemente la ciudad más contemporánea del planeta. Dice que es una isla de privacidad y de soledad y que anticipa lo que se viene como ola. Vivimos en una etapa curiosa: la gente quiere preservar su espacio, su mundo más personal. Pero esto suele desembocar en una soledad dura, difícil, en la que uno está rodeado de muchas personas pero no logra establecer vínculos reales que vayan más allá de lo -con suerte- amable y correcto.

¿Temas en apariencia más banales como la falta de tiempo y la eficiencia también potencian el uso de los sitos de búsqueda de pareja? Sí, no hay dudas. La vida laboral actual, con los requerimientos de productividad, y el tiempo que mucha gente pasa viajando para ir al trabajo -auto, tren, colectivo- restan espacio para llegar a casa temprano, darse una ducha y prepararse para una cena o un café. Mucha gente está cansada y sólo quiere calma, tranquilidad, más allá de que el celular y el mail hacen que la puerta de la oficina nunca se cierre. En ese contexto, los sitios permiten ampliar nuestra vida social con un esfuerzo que se adapta al momento. Uno puede responder un mensaje ahora o en un par de horas o al día siguiente. Y lo puede hacer sin necesidad de producirse, sentado en su comedor o en su cocina. No hay imposiciones ni intromisiones. Si quiere, profundiza una relación; si no, la corta. Y si la continúa, la puede hacer a su propio ritmo. Claro que esta tendencia excede la búsqueda de pareja. ¿Sabe cuál es el lugar donde más fotos de viaje se intercambian? No.


Facebook. Ha crecido infinitamente la sociabilidad en el mundo digital. ¿Alguien recuerda, acaso, las reuniones que se hacían para ver fotos de viaje? Parecen de otra época, ahora el intercambio se hace por Internet. Hay una tendencia a que lo virtual se convierta, cada vez más, en un espacio de encuentro y lo afectivo no queda al margen.

Las personas que suben su perfil a un sitio de búsqueda de pareja, ¿quieren en verdad una relación estable o a veces es un simple juego o curiosidad? Por encuestas que hemos hecho entre nuestros usuarios, el 70 % quiere una pareja para su vida. Se trata de algo serio, no de un mero pasatiempo. Eso se nota, incluso, en lo que sucede cuando dos personas deciden encontrarse y luego el vínculo no continúa. A menudo dicen cosas como “Es un buen tipo” o “una mujer de diez”, aunque no sea la persona para ellos. Y generan redes de encuentro para amigos que puedan estar interesados en conocerlos. El compromiso con la búsqueda no es de palabra y esto se reafirma al saber que el 38 % de nuestros usuarios tiene un grado universitario. Están acostumbrados a tener objetivos y a no dejarse llevar por el desánimo así porque sí. Ahora, la forma de implementarlo varía según la cultura. Por ejemplo, en Brasil es muy fácil pasar del encuentro virtual a la cita en un bar, quizás sea el lugar del mundo en el que esto provoca menos dudas. En la Argentina, en cambio, hay encuentros pero son un poco más pensados, antes de concretarlos se analiza si es la persona con la que vale mantener una relación en el largo plazo. La sociedad chilena parece más cerrada, conservadora y utiliza menos la foto porque la entiende como una exhibición un poco pudorosa. Y en México, con una fuerte tradición machista, no es usual que una mujer dé el primer paso para concretar la cita -como sí puede pasar en la Argentina o en Brasil- porque es intuido como algo poco femenino.

¿El hombre y la mujer van a buscar lo mismo en el primer encuentro? ¿O suele haber diferencias? Recordemos que ambos ya se conocieron por un intercambio virtual. A partir de allí, si hubo “química”, es usual que la mujer tenga la expectativa de estar frente al hombre de su vida. El varón, en cambio, es más cauto. Va a verificar si esa química existe, si puede llegar a ser aún mayor y va a concertar una segunda cita si entiende que todo eso se puede dar. En la mujer flota la idea de salir de la cita con un novio y en el hombre, no aún. Claro que esto sucede en general, luego cada persona le agrega su particularidad. Lo ideal es que se pueda hablar de la expectativa de los dos para que no haya desencanto por la actitud del otro. Si esas expectativas van a la misma velocidad, es posible que el primer encuentro crezca y se empiece a delinear la pareja.


POR:DANIEL ULANOVSKY SACK. CLARIN.
ARREGLOS FOTOGRAFICOS: ALBERTO CARRERA.

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